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Don Carlo venía esa tarde para el centro; unos trámites a desgano...
Acostumbraba sentarse en los asientos centrales del primer vagón. 
Ya llegando a minutos de retiro, en la última embalada de la curva grande y salida a la recta final...
Nota que el tren empieza a frenar como para parar en una estación inexistente al final del viaje...
...el tren sigue frenando de manera casi violenta; 
cuando de pronto se abre la puerta del maquinista, quien sale corriendo hacia los vagones de atrás. Y sin decir nada.
Es entonces cuando a Don Carlo se le llenó el culo de preguntas,
 y empezó a cabecear agarrado del respaldar del asiento, intentando averiguar lo antes posible
 ante el guiñar de ojos que se producía al abrir y cerrarse la puerta al azotarse por el traqueteo...
¡¿que mierda pasaba?!
Y fué entonces que lo vio. 
La cola de un tren parado a treinta metros...  y no le daba para frenar antes.
Se agarró fuerte largando unas puteadas al hijo de mil puta del maquinista, ausente para ese entonces...
...y se tensó al respaldar...
y se enzoquetaron... y se aflojó el respaldar. Y él, agarrado.
No hubo heridos graves, la velocidad no fue tanta.
El único aliciente en esa tarde horrenda;
se dio, en el desapercibido ruido que hizo el tremendo pedo que se rajó en el momento del choque.
Es sabido que ante todo Don Carlo, celaba sus formas.


















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